Imagen generada con IA para el artículo Un hombre que coleccionó cada mosquito que lo picó

¿Alguna vez te has planteado guardar un recuerdo de cada experiencia “inolvidable”? Tal vez una entrada de concierto, una foto, una piedra de ese viaje especial… Pero, ¿qué pensarías de alguien que ha decidido coleccionar cada mosquito que lo ha picado? Sí, existe y te aseguramos que la historia pica… la curiosidad.

El hombre detrás de un zumbido inusual

Su nombre es Tomás Llanas, aunque en los foros de coleccionismo y entomología urbana lo llaman “El Hombre del Mosquito”. Su peculiar afición nació hace más de dos décadas, tras una sucesión de veranos infernales en su apartamento junto al río. Mientras los demás se defendían con repelente, Tomás veía en cada picadura un diminuto enemigo a vencer… ¡y a preservar! Así comenzó una de las colecciones más singulares del planeta.

¿Por qué coleccionar mosquitos?

Muchos nos preguntamos por qué. ¿Buscar venganza? ¿Fascinación científica? ¿O simple rareza? Según Tomás, es una mezcla de todo. Pero lo cierto es que su labor comenzó por frustración: cada noche, cuando uno de estos diminutos vampiros lo hacía su víctima, él lo cazaba y pensaba: “Ya que me picó, al menos tendrá un destino mejor que acabar aplastado en la cortina.”

Pronto, la colección se volvió un auténtico catálogo de su piel y de los mosquitos de su ciudad –y, más tarde, del mundo.

Un proceso muy meticuloso

El ritual es casi de laboratorio: una vez atrapado al culpable, Tomás lo guarda con sumo cuidado en una caja entomológica especial. Junto al espécimen, añade una pequeña etiqueta: la fecha, la parte del cuerpo donde ocurrió la picadura, y una breve descripción de la “batalla”. Su colección incluye notas cómicas: “Atacó mientras me servía café. Derecho en el tobillo izquierdo. Muy veloz.”

¿Exageración? Puede ser. ¿Divertido? ¡Definitivamente! De hecho, Tomás ha desarrollado un método para atrapar a sus verdugos sin dañarlos, para que lleguen a la vitrina tan perfectos (y vengados) como sea posible.

Un museo muy peculiar: la galería de las picaduras

Al día de hoy, Tomás exhibe más de 400 mosquitos. Cada uno, un capítulo minúsculo de su biografía. Algunos afectan a la mayoría como una simple anécdota, pero para Tomás son parte de una historia viva de convivencia forzada con estos insectos. Curiosamente, la colección se ha convertido en una atracción local, y él ha sido invitado a pequeños eventos científicos para hablar de su insólito “catálogo domiciliario”.

Las estrellas del mundo mosquito

¿Sabías que existen más de 3,500 especies diferentes de mosquitos? Tomás ya identificó al menos 27 en su barrio. Su orgullo es un raro ejemplar de Aedes japonicus que llevó a un entomólogo amigo para confirmar. Entre los favoritos también está el Culex pipiens, al que dedicó una vitrina entera: “La plaga del verano de 2012.”

Más allá del humor: valor científico de la colección

Aunque parezca una rareza sin sentido, la colección de Tomás ha atraído la atención de expertos en biodiversidad urbana. Los mosquitos reflejan los cambios en el ambiente, la temperatura y hasta en la cercanía de criaderos domésticos. Este humilde hobby contribuyó, sin proponérselo, al rastreo de especies invasivas en la ciudad.

Algunos biólogos, como los autores del blog Mosquito Research, insisten en la importancia de registrar la presencia de mosquitos para entender brotes de enfermedades o migraciones de especies. ¡Hasta gente muy seria ha sacado datos valiosos de una historia tan excéntrica!

El lado filosófico (¡sí!), del coleccionista mordido

Para Tomás, más allá de la anécdota chistosa, coleccionar sus mosquitos es aprender de la tolerancia, la convivencia forzada con los pequeños dramas urbanos y hasta de la resiliencia: “No puedes luchar contra todos los mosquitos del mundo, pero sí puedes reírte de ellos y dejar constancia de su paso.”

¿Está solo nuestro protagonista?

No todo es soledad bajo la luz de la lámpara antimosquitos. Hay comunidades enteras en internet donde los coleccionistas de rarezas –algunos mucho más extremos que Tomás– muestran sus singulares tesoros. Desde envoltorios de chicle, hasta colecciones de clavos oxidados, el mundo de los coleccionistas raros no defrauda.

Si quieres echar un vistazo al apasionante mundo de las colecciones insólitas, puedes visitar el blog Oddities Collector y dejarte sorprender por las mentes más originales del planeta. Quién sabe, ¡quizás hasta encuentres tu propio bicho raro para coleccionar!

Bonus: El himno contra las “culebras”

Hablando de enfrentarse a pequeños enemigos, ¿qué tal un poco de música para los guerreros urbanos como Tomás? Aquí tienes a “Los Chavalitos” con su canción No Mastico Culebras: una oda a quienes no se dejan pisar ni por insectos, ni por “culebras” (gente traicionera). Porque, al fin y al cabo, Aquí No Masticamos Culebras!! Hay Que Ser Gente Con La Gente!!

Un hobby picaresco que deja huella

La historia de Tomás Llanas nos muestra que, con creatividad y paciencia, hasta los momentos más irritantes pueden convertirse en una colección única y digna de admiración (¡o al menos de una buena risa!). Así que la próxima vez que escuches un zumbido junto a tu oreja mientras intentas dormir, piénsalo dos veces antes de maldecir al insecto: podrías estar ante la pieza maestra de una muy extraña y muy real colección.

¿Te atreverías a coleccionar algo igual de extraño? Si te ha picado la curiosidad, sigue explorando nuestro blog para conocer las historias más insólitas de gente muy rara… ¡y real!