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Cuando las cartas reemplazaron a los médicos en ciudades medievales

¿Sabías que hubo una época oscura en la que las cartas de la baraja no solo servían para jugar, sino que también compitieron con los mejores médicos de la ciudad? No, no has viajado por accidente a un universo de fantasía. Prepárate para descubrir cómo las cartas de naipes intentaron reemplazar a los doctores en las ciudades medievales. Cerrojos bien echados, credulidad en modo alerta y… ¡que empiece el espectáculo!

Un remedio inesperado para tiempos difíciles

La vida en la Edad Media no era precisamente un paseo por el jardín del Edén. Enfermedades misteriosas, médicos que parecían más brujos que científicos y epidemias que arrasaban sin piedad. En ese caos, surgieron estrategias tan alocadas que hoy nos parecerían una broma de mal gusto. ¡Exacto! Hablamos de las barajas, esos naipes que hoy desparramamos en la mesa para jugar al tute, pero que, hace siglos, eran citados en los recetarios casi como si fuesen sustancias milagrosas.

¿Por qué confiar en cartas y no en doctores?

Te estarás preguntando: ¿de verdad preferían consultar una sota de oros que a un médico con años de experiencia (y quizás algo de olor a alquimia)? La respuesta es… sí, pero el contexto lo es todo. Los médicos medievales, muchas veces, seguían teorías como la de los humores o las sangrías a mansalva. No existía la medicina basada en la evidencia, y las supersticiones volaban como lechuzas en plena noche.

El auge de la barajoterapia

Durante pestes y aislamientos, algo curioso atrapó la imaginación popular: los juegos de cartas. Los cronistas de la época cuentan que en ciudades enteras, cuando la peste obligó a cerrar hospitales y consultorios, la gente encontró consuelo (y una pizca de esperanza) en las cartas. Esto no solo ayudaba a combatir el aburrimiento obligatorio… ¡se pensaba que su poder iba más allá!

Algunos decían que jugar a las cartas fortalecía el ánimo, alejaba las “miasmas” y mejoraba la fortuna, factores asociados –por pura lógica medieval– a una buena salud. Al fin y al cabo, ¿quién necesita antibióticos si puede tener una partida bien jugada de “Primero de Espadas”?

El papel de la iglesia y la nobleza

La iglesia no podía quedarse al margen de todo este alboroto. Clérigos advertían a la población que jugar a las cartas podía ser poco virtuoso, pero, irónicamente, aceptaban que el buen ánimo que otorgaba el juego podía equipararse a una receta médica. Algunos nobles incluso financiaban juegos de cartas en hospitales, convencidos de que distraer la mente alejaba las enfermedades del cuerpo (¿o era solo una excusa para apostar en grande sin culpas?).

Las cartas como tratamiento (muy, pero MUY alternativo)

Las historias señalan que hubo ciudades en la Europa del siglo XIV y XV donde el juego de cartas se transformó casi en una política de salud pública. Se recomendaba a los pacientes que pasaran horas jugando, bajo la premisa de que el buen humor les ayudaría (aunque los médicos verdaderos ponían los ojos en blanco).

La receta del día: un buen mazo y paciencia

El manual medieval no podía ser más claro: «si padecéis de melancolía, reunid amigos y cartas, y pasad la tarde jugando». Ni pastillas, ni pociones. Y si el paciente mejoraba, las cartas ganaban un mito más a su historial de “misterios inexplicables”. Si no… bueno, la culpa era de la mala mano.

¿Funcionó la carta milagrosa?

¿Eran tan mágicos los efectos de la barajoterapia? Naturalmente, los resfriados y plagas siguieron su curso, con o sin cartas. Pero el hecho de pasar el rato con amigos, evadir pensamientos tristes y reducir el estrés parece que tenía (sin que ellos lo supiesen) un efecto positivo: la salud mental. Algo que hoy los especialistas valoran y que, en cierto modo, las cartas ayudaban a mantener.

Para aprender más sobre medicina asombrosa en la Edad Media y otros remedios extravagantes, puedes sumergirte en sitios como Medtempus y maravillarte con historias donde ciencia y magia se daban la mano.

¿Realmente hubo ciudades sin médicos?

Puede sonar a exageración, pero durante las mayores epidemias, como la peste negra, algunos pueblos y ciudades quedaban huérfanos de doctores. O huían por miedo a contagiarse, o caían enfermos ellos mismos. En esos momentos, la creatividad (y la desesperación) tomaba las calles, permitiendo que remedios poco ortodoxos, como la ludoterapia medieval, ganasen popularidad.

Entre leyenda y realidad: las cartas salvan la partida

No era solo superstición: la baraja también cumplía con una función social que mitigaba la desesperanza general. Así que, aunque la carta milagrosa de corazones no curaba la peste, sí reforzaba la moral y mantenía el espíritu a flote. Si quieres profundizar sobre el uso social de los juegos en la historia, recomendamos explorar escritos y crónicas en La Brújula Verde, un blog repleto de curiosidades históricas.

Un súper consejo desde el pasado…

¿Te gustaría ver lo importante que es mantener el ánimo en tiempos difíciles? Echa un vistazo a este #shorts de YouTube: un brevísimo y útil consejo sobre cómo cuidar la salud mental (algo que en el fondo, los medievales ya recomendaban… con cartas).

¡Recuerda! Así como en la Edad Media se usaban juegos para sobrellevar la adversidad, hoy tenemos recursos modernos para mantener la buena onda.

Conclusión: Cuando perder una partida era lo de menos

Que las cartas hayan reemplazado a los médicos en ciudades medievales parece fake, pero la realidad es a veces mucho más flipante de lo que imaginamos. Aunque ahora los médicos son nuestra primera línea de defensa, vale la pena recordar cómo, en momentos de crisis, hasta los juegos más sencillos se convirtieron en aliados (pseudo)terapéuticos. Si en tu próxima tarde de cartas ganas la partida y, de paso, te sientes mejor, ¡dale crédito a la inventiva medieval!

¿Te has quedado con ganas de más curiosidades tan alucinantes como esta? No te pierdas nuestros próximos artículos en la categoría “Historia Flipante”… ¡y déjate asombrar por el lado más insólito de la historia!